"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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10-09-2015 |
El rey pelado
La amenaza es más fuerte que la ejecución de la amenaza.
Nimzovich
Con una nota que escribí sobre “el error de Tabaré” (la declaración de servicios esenciales para intentar frenar la huelgas de docentes) pensaba dar por concluido ese tema al menos por mí parte, y seguir con cosas más importantes. Pero se insiste tanto en visiones que no puedo compartir, que diré algo más.
Llama la atención que todos los que hasta ayer veían en Tabaré un “gran líder” (analistas políticos, académicos, periodistas, y hasta autores de libros sobre esto) ahora dicen que cometió un “error garrafal” (declarar una medida que no pudo aplicar) y eso tiene consecuencias de “devaluación de la autoridad presidencial”, lo que sería perjudicial para las instituciones, la estabilidad política, etc. etc. Pero no logro encontrar en todo lo que dicen ni una palabra que explique el porqué del error cometido, cómo se llegó a eso. Hablan de lo que ha su juicio es una debilidad provocada por un error, sin explicar el error.
Seria entonces un desdichado traspié, una mala jugada. La política, en esta perspectiva, parece ser una partida de ajedrez. Pero los comentarios parecen ser hechos por alguien que no sabe nada de ajedrez. Este abordaje es superficial, frívolo y bastante inútil, excepto para darlo vuelta. Empecemos con esa metáfora.
La debilidad posicional de Tabaré no es el resultado de una mala jugada . Por el contrario, la debilidad -que es estructural, previa, y tiene su propia explicación- es lo que provoca la mala jugada. Esto es lo que dice la lógica.
Uno que sabe de ajedrez, Roberto Grau, autor del famoso “Tratado General de Ajedrez”, dedica un tomo entero a explicar que la fuerza de una formación reside en su esqueleto de peones . “ El jugador bisoño asigna al peón la mínima importancia de la partida... la pérdida o avance de uno de ellos no significa nada”. Así piensan estos comentaristas que ni se detienen en la formación de los peones. Para ellos el rey hizo una mala movida y quedó en banda.
Si miramos con mínimo detenimiento el “tablero” -continuando la metáfora- vemos que la movida del rey era obligada. Estaba en “jaque”, y no había forma de cubrir o eliminar la amenaza porque no tenía con qué. Veamos una crónica sobre la reunión de gabinete ministerial en que surge la declaración de esencialidad.
« El mandatario anunció la medida y el titular de Trabajo, Ernesto Murro, pidió la palabra: "Bueno, presidente, nos ubicamos frente a una realidad muy compleja que no es sencillo instrumentar...". Vázquez lo interrumpió: "De eso nos encargamos nosotros", dijo, relataron a Búsqueda fuentes oficiales... la ANEP debería "mantenerse al margen",... "Ustedes no hablen", les transmitió, orden que cumplieron » .
Por cierto lo hicieron. Según El Principito un rey sabio debe ordenar sólo lo que sus súbditos desean hacer por propia voluntad. Tabaré les dio la única orden que cumplirían con ganas: Déjenme solo .
A partir de allí el “rey” avanzó solo sobre los “peones enemigos”. Pero los peones amenazaron más todavía al rey, que si hubiese respondido avanzando y tratando de capturar algún peón por su cuenta, quedaría mucho más expuesto y en peligro. Optó por replegarse por simple cuestión de prudencia
La verdadera pregunta es ¿cómo llegaron las cosas a ese punto?
Como dice Gramsci en sus Cuadernos, las acciones “vanguardistas” devienen de la debilidad, no de la fortaleza . Un ejército bien plantado no necesita hacer locuras, avanza como un todo. Las acciones comando se hacen cuando la infantería no puede avanzar.
Cuando Tabaré empezó sacando un gabinete de la galera lo hizo por debilidad. Una posición de real fortaleza le hubiese permitido lograr un verdadero acuerdo consensuado. Luego siguieron varios saltos al vacío que terminaron en retiradas: marihuana, FONDES, Antel Arena...
El presupuesto era la batalla clave, y nos muestra más de lo mismo. Con mayor fortaleza interna en el FA, hubiese llegado a un proyecto presupuestal democráticamente acordado. De la misma forma, un equipo de técnicos solventes y en condiciones no estaría balbuceando vaguedades y pautas incomprensibles. Con un mínimo de músculo podría haber sacado ventaja de una oposición que da lástima, fracturada en cien pedazos. Si se llegó a esto es porque no había con qué montar un proyecto presupuestal decente. Ahora la situación sigue produciendo ese tipo de aventuras, como la amenaza de retirar los aumentos a los docentes si no aceptan el resto de las condiciones. ¿Cómo lo haría? ¿Pidiendo que el parlamento de le devuelva el proyecto presupuestal que ya está presentado, enviando un mensaje complementario en sentido inverso, intentando acaso obligar a la bancada frentista a que nadie vote los aumentos del proyecto inicial?
Tomemos el ejemplo de lo que que pasó ahora con el tema del TISA, en que Tabaré por primera vez hace molde. Era la única opción lógica. De nuevo nuestros “analistas” dicen que el “error” habría sido consultar al Plenario, cuando ya se sabía la respuesta que tendría. Hubiese sido la mayor estupidez no hacerlo, ¿qué hubiese ganado? El Plenario se hubiese pronunciado igual, y después lo seguiría un organismo tras otro durante meses en una guerra desgastante de nunca acabar para terminar en lo mismo. Lo más sensato era esto, capitular sin presentar una batalla inútil.
Donde más claramente se ven las raíces de esta debilidad posicional es en el movimiento sindical, ese que lo desafió llenando la calle dos meses después de haberlo recibirlo con honores en su Congreso. La conducción está en la peor de sus crisis. Mientras se da el más alto nivel de afiliación sindical de la historia, esta es al mismo tiempo la dirección más desprestigiada. La debilidad de esta dirección es producto de varias cosas.
- Ha estado diez años cubriendo al gobierno sin obtener resultados de fondo. Su principal logro, según palabras propias, serían los ámbitos de negociación . Pero ¿de que sirve el ámbito si el otro no viene a negociar?
- Se dice ahora que “dirigentes eran los de antes”, esos que cuando proponían algo lograban la aprobación de las asambleas. ¿Por qué será que la credibilidad y confianza de las direcciones es ahora más baja? ¿Tendrá algo que ver que los dirigentes de aquel tiempo no tuviesen vínculos notorios con el gobierno?
- La llegada del FA al gobierno significó la instalación de una burocracia sindical oficialista. Esto es un estamento social totalmente integrado a la burocracia política frentista, al punto que los puestos de dirección sindical son un peldaño de la carrera burocrática de los políticos frentistas. El gobierno ha promovido el desarrollo de esta burocracia a través de varios mecanismos: legislación, cuotas de representación en organismos, aportes económicos, promoción ideológica, etc. Pero una burocracia sindical de gran porte como la argentina, mexicana, etc. no se construye de un día para el otro, sobre todo en un país pequeño y con las debilidades estructurales de Uruguay. La crisis de la conducción burocrática llega con el edificio a medio construir.
- Los elementos de corrupción son moneda corriente en los procesos de burocratización.
- Pero lo más importante es el cambio de fase en el ciclo frentista. La conducción burocrática no logra todavía resolver el problema de adecuación de discurso y estrategia al momento, en su relación con el “gobierno amigo”. Fueron construidos para la situación previa , en la que la expectativa popular en el gobierno frentista y las mejoras parciales que se obtuvieron en su primer tramo, podían servir de base para proponer una línea de conciliación de clases. Pero no se adapta a las nuevas circunstancias. La masa de trabajadores siguió votando al FA para evitar el retroceso que significaría el retorno de los partidos de la derecha burguesa tradicional, pero ahora en algunos sectores (que se van ampliando en un proceso con altibajos) se comienza a unir la lucha directa al voto que se dio, enfrentando también el retroceso que trae la política del gobierno que han votado. Esta actitud “dualista” de las masas trabajadoras no es nueva en el país, aunque hayan cambiado los actores. Pero la burocracia sindical que es socia del “gobierno amigo” y sustenta en esa asociación su estatus burocrático, no está preparada para asumir una táctica “dualista”. El discurso de “que los cambios no se detengan” ya no se adecua más a la situación, pero no tiene aún una táctica alternativa. No puede enfrentarse al gobierno, no se pude repicar y marchar en la procesión. El resultado es esta seguidilla de asambleas que le caminan por arriba, que no tiene nada que ver con dirigentes jóvenes o viejos, o que sepan hablar o no en una asamblea.
Debajo de todo esto tenemos las causas estructurales que condicionan el ciclo de este gobierno, que es un ciclo socialdemócrata típico. La debilidad del gobierno es la debilidad de su base de sustentación. Las posibilidades de reparto por goteo se agotan rápidamente, y lo que sobreviene es consecuencia de eso. Lo que ocurre no tiene nada que ver con jugadas torpes o geniales; al contrario, la debilidad de las jugadas es producto del estrecho margen de maniobra que se tiene por esa debilidad de base. Esas jugadas locas seguirán, porque no hay ninguna forma de resolver ese problema de base.
Esto justificaría una nota dedicada exclusivamente a eso, si damos por terminado aquí el tema del juego superestructural. Digamos, para empezar y la seguimos otra vez, que ese agotamiento de recursos no tiene nada que ver con el “viento de cola”, o la política no previsora en el “tiempo de las vacas gordas”. La “mejora” temporaria (si puede hablarse así) fue resultado del comienzo del ciclo de profundización del extractivismo y primarización de la economía. Y eso tuvo patas cortas porque así es, de patas cortas. Ya que ahora tanto se recurre a las metáforas, pongamos una.
Es como el tipo que cobró unos mangos porque vendió un riñón. La “mejora” transitoria del bolsillo no compensa la pérdida de calidad de vida y los riesgos; pero además, aún si cerramos los ojos a esos problemas como hacen nuestros economistas, ¿qué vas a hacer cuando esa guita se te termina? ¿Vender el otro riñón?
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